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ORIGEN

ASTROSPIRAL

Somos ASTROS, centros luminosos de nuestro propio sistema de vida. Desde nuestro lugar único y singular (coordenadas natales) percibimos la realidad: nuestra realidad. Contenemos dones que necesitan descubrirse y cultivarse para que seamos capaces de manifestar constructivamente el potencial que tenemos a nuestra disposición para llegar a sentirnos completos y realizados.

La percepción individual se enraíza en el sistema social en el que vivimos —tanto en el sistema familiar (lugar, época, clases social, clan, género, educación familiar, etc.) como en el sistema sociocultural (ciudad, país, clase social, nivel educativo, bagaje cultural, etc.)—; lo cual va conformando y sesgando la percepción individual del mundo y lo que haremos en él (haciéndonos sentir muchas veces como si nuestro camino por la vida estuviera trazado de antemano). Así que, indiferentemente de los potenciales que cada uno de nosotros alberguemos, si desconocemos estos dones, nos resultará mucho más difícil que estos encuentren un terreno fértil para poder expresarse en nuestras vidas.

La vida es un proceso orgánico; por eso, el constante movimiento de nuestras bases (internas y externas) y la continua aparición de nuevos retos y motivaciones pueden llegar a ser extremadamente abrumadores para aquellos que temen la incertidumbre.

En consecuencia, suele ser natural que dichos individuos intenten preservar lo que les da seguridad, aunque sea en detrimento del propio desarrollo. Por tanto, es vital comprender el SENTIDO PROFUNDO y las capas subyacentes de lo que se manifiesta, para poder entender, ver e identificar patrones —que únicamente si se ven se pueden modificar. Así, fluir con mayor Sentido en ese proceso orgánico.

La  evolución humana es como una ESPIRAL centrífuga, y necesita estar en equilibrio dinámico (como en el Taijitu,  la Unidad contiene los dos principios: el Yin y el Yang). Esto sucede en múltiples niveles,  y va produciendo cambios en nuestras vidas que se despliegan bajo el Orden cósmico. Aunque, según algunas cosmovisiones fatalistas, el destino está predeterminado. Pero, el camino que recorremos hasta llegar a nuestras metas vitales está regido por el «libre albedrío». De tal forma que nuestra voluntad, intención y acción sí que importan.

Somos Astroespirales en desarrollo: auto descubriéndonos, recordando, comprendiendo, aprendiendo e integrando todas las áreas de nuestra vida. 

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